jueves, 17 de noviembre de 2011

Eres realmente amado!

El hombre irremediablemente siempre quiere llevarse algo de la gloria de Dios, siempre quiere decir: "Hice una oración", "Caminé un pasillo", "Fui hacia Cristo"... Cuando la realidad es que todo lo que somos es única y exclusivamente por El y por su Gracia inmerecida... Todo lo que tengo y lo que soy, sea poco o sea mucho es por su Gracia, todo lo demás es sólo vanidad.
Espero les sea de bendición! 


1 comentario:

Mati F. dijo...

Esta publicación me gustó, me hizo recordar una de las grandes lecciones que he aprendido en mi vida regenerada: Somos amados.

Tendemos a pensar en el Evangelio como un suceso histórico, pasado, sin potestad sobre el presente. Pero estamos tan equivocados... Es cierto que, en el pasado, Dios nos salvó (Ti. 3.5) de la culpa del pecado, pero en el presente vivimos batallando contra la carne (1 P. 2.1) día a día y es ese mismo EVANGELIO que nos justificó en el pasado, el que nos constriñe a la santidad práctica momento tras momento hasta el día de Jesucristo (Fil. 1.6).
Más encima, cuando miramos al futuro, tenemos la esperanza viva de una herencia incorruptible, inmarcesible, incontaminada, reservada únicamente para nosotros (1 P. 1.3)... ¿Por qué?, porque ese mismo Evangelio que nos justificó y que nos santifica, nos glorificará en el futuro (1 C. 15.53).

Me encanta pensar en el Evangelio como esa obra plena en el tiempo.
¡Cómo no sentirme amado!... Dios nos miró cuando estábamos muertos (Ef. 2.1), (no parcialmente vivos, como algunas sutiles pseudodoctrinas quieren enseñar), esclavos del pecado, en una condición irremediable por méritos y obras humanas, totalmente depravados, inhábiles en forma absoluta (Ro. 3.10-12)... ¡Cómo no sentirme amado!

También hay que tener cuidado con ese concepto que tenemos de "ser amados". Ser amado no significa que somos lo más importante...¡El Evangelio nunca ha sido antropocéntrico (Is. 43.7)!. Ser amado significa que Dios nos dio la oportunidad de amarle a Él. Como dice J. Piper en todos sus libros: "No hay nadie más apasionado por la gloria de Dios que Dios mismo". Y cuán cierto es.
Nos ha dado la oportunidad de glorificarle y amarle santamente, en una relación íntima, personal e intransferible... Ser amados no significa que Dios nos dio mucha importancia (aunque sí somos plentamente importantes para Dios, pues nos adoptó como hijos), ser amados significa que Dios nos dio la oportunidad de darle importancia a Él (1 J. 4.10). Me encanta pensar en eso... cuando éramos no creyentes, no honrábamos a Dios ni en lo más mínimo, éramos rechazadores de Dios, para nada le dábamos importancia (Tito 3.3). Pero gracias al Evangelio fueron abiertos nuestros ojos ciegos por el pecado (2a C. 4.4) y ¡entendimos la suprema importancia de nuestro Soberano Hacedor!

¡Qué bendición ser amados por Dios!, ¡Qué bendición es tener la bendición de amarle a Él!

Gracias por recordármelo por medio de esta publicación, Jorge. Un abrazo. Que Dios te siga bendiciendo!

Mati F.