Job 26:14
He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
!Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!
Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?
¿Has considerado lo grande que es Dios? Y no me refiero a tamaño, pues él no tiene cuerpo porque es Espíritu... pero su poder, su fuerza, su prestigio, su honor... tan grande, tan inescrutables son sus caminos e insondables sus juicios (Ro 11:33-36)... no hay palabras que puedan definirle, ni mentes que puedan entender su grandeza, y no es construcción metalingüística ni tratar de poner palabras rebuscadas... Es que en definitiva, tengo un Dios indescriptible, incomprensible.
En los capítulos anteriores Job se queja de la indiferencia de Dios ante la maldad...
Pero finalmente reconoce su soberanía y entiende que hay cosas que no podrá comprender en vida, o quizás ni aún en la eternidad.
Más que buscar responder tantas preguntas, me esmero en tener más fe, sin la cual es imposible agradar a Dios (He 11:6).
Las filosofías huecas y las sutilezas que bombardean a diario esta fe, que parece desvanecerse entre los dedos de la gente.
Y la filosofía no es otra cosa que el deseo del hombre de entender lo inentendible, de imponer su voluntad por sobre la voluntad de Dios.
Hay mucho que jamás entenderé, mucho que el mundo tratará de enrostrar en la cara del creyente.
Mucho por lo cual los pseudosabios nos tratarán de ignorantes...
Pero hoy... hoy ya no importa... Sé quién es mi Dios, sé de su poder, y hoy aprendo que en realidad no sé nada de lo que creo saber... pues lo que de Él se ha manifestado no es siquiera el borde de sus caminos, solo un leve susurro, al cual dispongo hoy mi corazón para poder escuchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario